¿Quién conocía las reglas?
OPINIÓN GP | FRANCISCO GONZÁLEZ GARCÍA | DESDE EL FONDO DE LA CÁRCEL
Ante todo pido disculpas por la temática, digamos que no deportiva, de este fondo de la cárcel. Y es no deportiva aunque tratemos de una competición en que se trata de conseguir votos y ganar; podríamos decir que en el fondo es un deporte o algo similar. Aclaremos: me refiero a lo de Eurovisión y el lio formado con la canción ganadora para representar a nuestro país.
La cosa parece que va a llegar hasta el Parlamento y se han producido encontronazos políticos, de sensibilidades autonómicas, lingüísticas, de identidad de género y otras muchas derivadas. Todo ello debido a las connotaciones que tiene este festival, en teoría de música o de canción, pero que ya hace mucho tiempo pareciera que lo que menos se valora es precisamente la música , la canción o las cualidades como intérprete solista de los que actúan. Si fuera por esto último, personalmente creo que debiera haber ganado la concursante Blanca Paloma, por ejemplo o alguna o algún otro. Si fuera por bailarina, pues si, la tal “Chanel” baila muy bien, aunque la letra de su canción me resulte bastante contraproducente para los tiempos que corren. Pero no quiero entrar en esa cuestión, eso lo dejamos.
De lo que quiero hacerles comentario es del sistema de puntuación y del engaño consentido al que creo hemos asistido. Es algo así como si al final de un partido o de una competición el que pierde se quejara de que los puntos no se han contabilizado como debiera o pidiera que se revisara la forma de contar. O, oiga lo que vale es el marcador al descanso, que íbamos ganando…
Si los jueces dicen que usted, quejoso, sabía cómo iba el sistema, no le vale ahora la queja. La TVE, pública, ha dicho que todos sabían que la puntuación del jurado valía el 50%, y por tanto dado el sistema de puntos, los cinco jueces contabilizaban 270 puntos. El jurado demoscópico, esos ciudadanos elegidos como representación sociológica del país (no sé si Tezanos o el CIS ha intervenido en eso) daban 135 votos y el jurado popular daba otros 135 votos (los restantes 25 y 25% respectivos). Con ese reparto de puntos, que se supone anunciado y conocido, la cosa estaba muy clara. Si los 5 jurados daban sus 12 puntos a una misma canción, obtendría 60 puntos y automáticamente sería ganadora, sin importar que votaban los otros jurados y el popular. Puesto que la canción que consiguiera esos 60 puntos obtendría al menos 5 de los otros jurados y sería imposible de alcanzar por las restantes. Y eso es casi lo que ocurrió, pues “Chanel” alcanzó 51 puntos del jurado técnico y bastantes más de los otros. Ni siquiera era necesario que obtuviera los 60 puntos; alcanzando una puntuación tan alta y con diferencia de las restantes, lo que dijera el jurado técnico era lo definitivo; los otros jurados sobraban.
¿Conocían esas reglas matemáticas los jurados demoscópicos?, No lo sé. ¿Lo sabía la audiencia a la que se animaba, por activa y pasiva a votar y a pagar los casi 2 euros por mensaje o llamada?, me da la impresión que no o no se lo habían explicado bien, dado el monumental cabreo que se ha generado en las redes sociales.
Se puede discutir si el jurado técnico estaba vendido o no, si ya estaba prefijado o no que no se podía cantar en gallego en Eurovisión o si no se podía enseñar un seno femenino aunque lo pintara Delacroix. Discutan todo ello y quizás se aseguren que había tongo. Yo no lo llamaría así; lo que si hubo, claramente, era un sistema de votación que aseguraba que los votos del público, de la audiencia, para lo único que servían eran para sacarle el dinero a la gente. Aquello de: “es la economía, tonto”.
De ahí la importancia de saber las reglas, aunque ya sabemos que las matemáticas no son muy populares, al menos pueden servir para que no te engañen o te roben, aunque a veces no se cuente de uno en uno, de dos en dos, por triples o en aquello de 15, 30, 40 e iguales.
