«La antigua Roma granadina»
OPINIÓN GP | ANTONIO BARRANCO | DESDE PREFERENCIA BAJA
Regresar a Los Cármenes siempre es un placer, pero esta vez, tras cuatro meses de ausencia, algo me inquieta. El estadio parece el mismo, pero el ambiente… ¿ha cambiado algo?
En mi butaca, rodeado de los mismos rostros, todo parece igual. Sin embargo, en el palco, ese espacio reservado para la élite rojiblanca, algo me llama la atención, llevamos un tiempo en el que no sabemos quién gobierna, por desgracia si vivimos el cómo nos dirigen, como si el club fuese un mero muñeco de trapo.
Al igual que en la antigua Roma, donde solo los más poderosos tenían acceso a los mejores asientos, aquí los dirigentes del club parecen inmutables, ajenos a los altibajos del equipo. Tras el desastre deportivo de la temporada pasada, uno esperaría algún gesto, una disculpa a la afición. Pero no, todo sigue igual. Los emperadores rojiblancos, como los de la antigua Roma, parecen creer que no deben rendir cuentas al pueblo.
Y si hablamos de pueblo, ¿qué ha pasado con la afición? En las gradas, noto una ausencia de la pasión de antaño. La animación ha decaído, silenciada por decisiones que parecen más propias de un gobernante que no escucha a su pueblo que de un líder deportivo. Han decidido acallar y eliminar las críticas, los dirigentes (¿quién manda aquí?) han creado un ambiente de apatía, en el que durante los 90 minutos de partido el silencio se apodera, en ocasiones eso sí, roto por algún que otro grito de «Directiva Dimisión».
En la arena del coliseo, el espectáculo es igual de decepcionante. Los jugadores, como gladiadores sin entrenamiento, parecen perdidos. Los experimentos tácticos son constantes, y los resultados, desastrosos. El entrenador, el lanista de este circo romano, se excusa ante los periodistas y aficionados , culpando a los jugadores y a la suerte, la diosa fortuna esa a la que se acude cuando no tienes más argumentos.
La próxima semana recibimos a un equipo campeón, uno de esos equipos históricos que durante un tiempo ha ido naufragando y a la deriva, pero que ha dado la sensación que ha llevado su afición por bandera, será una prueba de fuego. ¿Cómo reaccionará una afición silenciada ante un rival tan poderoso acompañado por casi un millar de fieles?
Marco Aurelio decía que «el eco de lo que hacemos ahora, resuena en la eternidad». Los dirigentes del Granada deberían reflexionar sobre estas palabras. Sus decisiones están dejando una huella imborrable en la historia del club, el futuro decidirá si para bien o para mal.