Eduardo Clavero, muñeca de seda
OPINIÓN GP | PACO LUNA | GRANADA ES BALONCESTO
En la década de los años 80 y 90 ser nacional en la ACB y contar con minutos era todo un reto.
Eduardo Clavero perteneció a esa clase ‘media’ de jugadores nacionales que supieron hacerse un hueco en la élite, a pesar de la irrupción foránea de la época. Manuel Aller en Ferrol, Manel Sánchez en Lugo, Javier ‘Chinche’ Lafuente en Sevilla o José Luis ‘Indio’ Díaz en Valencia fueron un claro ejemplo de ello.
Ser nacional en la emergente liga ACB en los 80 era un hándicap a la hora de ser importante en sus respectivos clubes. Ni siquiera el éxito de la medalla de plata en Los Ángeles’ 84 hizo que el jugador nacido en España tuviese el caché de un extranjero. La mayoría venía a nuestro país a golpe de talonario.
Lo cierto es que con el paso de los años, la situación no ha mejorado y cada vez son más los baloncestistas de nuestro país ‘obligados’ a salir a jugar en otras ligas. Con las nuevas leyes comunitarias, la ACB se vio obligada a instaurar el ‘cupo’ mínimo nacional para asegurar la presencia española en los clubes.
Nuestro protagonista en la columna de esta semana sabe muy bien los obstáculos que tuvo que sortear en su época de jugador, aún así demostró ser un gran jugador y amante de este deporte.
Una vida dedicada al baloncesto
Eduardo Jacinto Clavero Soravilla nació en San Sebastián el 14 de Agosto de 1963. No era muy alto (1.94 m.) para jugar de alero, aunque alternaba también en la posición de escolta. Su punto fuerte era el tiro exterior, tanto en la línea de 6.25 de la época, como en la media distancia. Su tiro de muñeca era muy pulido y de mucha clase. Además, no renunciaba penetrar a canasta con una bandeja.
Comenzó sus primeros pasos en el Juven de San Sebastián que militaba en Segunda División y tras una excelente temporada dejó el equipo de su tierra para fichar por el Oximesa de Granada. Los andaluces querían intentar el asalto a la máxima categoría del baloncesto español. Eduardo Clavero pasaba a formar parte de una buena base de jugadores nacionales, con los hermanos Álvarez, Javier Ibáñez, Carlos Cabezas y el malogrado Antonio Rodríguez Franco.
Granada, el mejor lugar de su carrera
A orillas de la Alhambra, Clavero destapó sus mejores esencias como jugador de baloncesto. Aquí jugó tres cursos consecutivos, consiguiendo el ascenso a la ACB en su primera campaña. Fueron sus mejores años y en el ‘Pabellón Murado’ se hizo un fijo en el equipo. Aún se recuerdan aquellos lanzamientos al aro que eran toda una garantía. En la retina tengo todavía aquel partidazo que hizo ante el Caja de Ronda, en el recinto alboloteño. El natural de San Sebastián se fue hasta los 28 puntos, con un 5/5 en triples que le dieron la victoria a los locales 109 – 94 ante los malagueños.
En ese mismo escenario se hizo con 8 rebotes en la victoria ante el Caja de Álava por 83 – 79, con 17 puntos incluidos. Era un tirador aunque también se aplicaba en defensa. La muestra, sobre los 8 robos ante el Villaba en el triunfo por 102 – 76 de los granadinos. Nunca se escondía ni en ataque ni en defensa. Sus actuaciones le valieron para fichar por el recién ascendido Pamesa de Valencia y pasó a formar parte de su nuevo proyecto en ACB.
Fichaje por el Pamesa y regreso a Oximesa
Lo cierto es que en el Pamesa de Valencia no tuvo la suerte esperada y tras dos temporadas decidió volver a Granada, tras no contar con los minutos esperados.
El equipo presidido por entonces por Jose Antonio Murado, no atravesaba su mejor época y un mal comienzo de temporada le situaron al Puleva en los últimos lugares de la clasificación. Antonio Gómez Carra era cesado en los banquillos por Manolo Cueto y uno de sus americanos (Herb Blunt) era destituido por John Ebeling.
Lo que presagiaba una temporada en el desastre del descenso, al final llegó el milagro de Bilbao, que ya contamos en un artículo anterior. El alero vasco realizó un prodigioso partido en el Pabellón de La Casilla, aquel 8 de Mayo de 1991 que todos los granadinos todavía tenemos en nuestro recuerdo. Los 29 puntos anotados en el quinto y definitivo partido de una eliminatoria que pasó a la historia del baloncesto español, al ser el primer equipo que remontaba un 0-2 adverso en un play-off.
Aquellos excepcionales 29 puntos resultaron claves para la salvación de los granadinos, que dieron una auténtica campanada. Los componentes de Bilbao no pudieron hacer nada ante el recital de su ‘vecino’ en las filas del equipo andaluz. Tras aquella gesta se marchó al Juver Murcia. Se retiro posteriormente en Albacete y Burgos, para luego comenzar su carrera como entrenador.
Su pasión por el baloncesto continúa en los banquillos
Tras su carrera como jugador pasó a los banquillos como ayudante de Moncho Monsalve en el Archena de Murcia. Para continuar en el Cáceres, Askatuak de San Sebastián, Cajasur Córdoba, Calpe, Ourense, Altea, Denia y Fundación Globalcaja La Roda.
En el año 2001 logró la medalla de Oro en los Juegos Mediterráneos de Túnez como ayudante en la selección española ‘B’.
En la actualidad es el entrenador del Denia Básquet Club, donde recientemente ha conseguido el ascenso a Tercera Feb. Según mis informaciones es una persona querida y respetada en dicha localidad alicantina.
Eduardo Clavero es un hombre de baloncesto, con mucha experiencia y tiene tablas de haber jugado en una de las mejores ligas de Europa. Un baloncestista que atesoraba una clase magistral, en su gran especialidad, el tiro aunque también se fajaba en otras facetas. Nunca tuvo polémicas con entrenadores o directiva y se mostraba como un hombre de club.
Aquí en Granada se le recuerda por su compromiso y porque siempre estaba cuando se le necesitaba.
Mi más sincero y entrañable recuerdo para Eduardo Clavero, ex-jugador de Oximesa.
