Virtudes que no se imponen a los errores
OPINIÓN GP | JOSÉ LUIS MORALEDA | EL JOVEN
Hay ganas, muchísimas ganas de escribir un artículo de opinión que hable sobre el buen funcionamiento deportivo del club en su área masculina, pero es casi imposible.
Como aficionado a juntar unas cuantas palabras intento hacerlo siempre en frío y con el máximo conocimiento de lo abordado dentro de mis grandes limitaciones. Es por ello, que considero que aunque es mucho más sencillo redactar sobre lo negativo y lo criticable, hay días como hoy en los que el golpe es tan fuerte que creo quimérico digerirlo, sin gormar evidencias desesperantes de las vividas el sábado.
No niego que el partido en Huesca me ilusionó mucho, no de forma desbordante pero ver un bloque que se creció ante una gran adversidad, que resurgió de forma digna en una plaza difícil sacando su máxima exigencia y casta, obteniendo un valioso punto, eso sinceramente, me ilusiona.
Resulta que el sábado decidí ir al estadio con mi hija y mi sobrino, me encantan como suben por las escaleras con esa alucinación en sus ojos por ver el césped y el campo en su plenitud. Yo tenía cierta confianza de que el equipo iba a trabajar bien y que era buen día para llevarlos.
Y, ¡ojo!, no me equivocaba. Pienso que los “uzunistas” estábamos tan desmoralizados hace un mes que ni por asomo nos podíamos imaginar que el Señor Lucas Boyé cogiera las riendas de este grupo como lo ha hecho y empezara a esculpir, junto con sus compañeros, este bloque que yo aún en el fondo confío en que termine funcionando.
El problema de ese bloque es que a estas alturas de temporada se requiere que funcione como un ‘reloj suizo’, es decir, como un dispositivo mecánico que con unos engranajes y unas piezas cuidadosamente ensambladas, impulsan con precisión y elegancia el sistema que indica la hora en diversas medidas de forma precisa. Y para que funcione de esa forma se necesita de un maestro relojero que sepa que cada parte es única y que tiene su función. Que sepa conjugar ese complejo puzzle incluso en cada contratiempo.
Y ahora entro a mojarme; el Granada CF, tras varios meses de competición ha demostrado que no tiene un maestro relojero que pueda sacarle el máximo rendimiento a la deficitaria plantilla que se confeccionó para conseguir el objetivo que en agosto se marcaba.
Podemos poner sobre la mesa la lista de mejoras que Fran Escribá aportó al club y al equipo en su llegada, pero son mejoras insuficientes para la consecución de dicho objetivo. La muy manida frase del “queda mucho” es absurda y un símil del estudiante talentoso pero conformista y confiado que deja la preparación del examen para última hora y cuando quiere darse cuenta no le da ni para llegar al suficiente.
En líneas generales, Escribá no ha podido destacar por cambiar dinámicas de partido, ni de imponer el ritmo de juego que deseaba su equipo en la mayoría de los partidos disputados. Es una certidumbre.
De por sí tenemos una plantilla deficitaria con varios sujetos que llevan cometiendo errores flagrantes todo el año, en los que la máxima responsabilidad, por supuesto, no es del preparador aunque este último y su equipo técnico no son capaces de hacerlos aminorar a lo largo de su periplo por Granada. Porque en las decisiones que toman estos jugadores siempre hay un componente psicológico, motivacional, físico y de concentración que se trabaja y es la base del éxito en la mayoría de proyectos deportivos.
Pues si a eso le sumamos una serie de decisiones e inacciones por parte del responsable de la caseta, a lo largo de los últimos partidos, desembocamos en unos resultados en los que las virtudes del equipo, que son palpables también, no se imponen a todos los errores.
No podemos achacar siempre a los infortunios en la plantilla el no haber obtenido mejores resultados. La conformidad y cobardía en el día del Mirandés, la imposibilidad de hacer reaccionar a su equipo contra el Burgos, el desplome en Valencia, el no saber buscar una solución más segura a la banda izquierda en El Alcoraz y la hecatombe del sábado.
El sábado en concreto es donde percibo graves los planteamientos del entrenador. Es difícil de asimilar que el plan de partido inicial, trabajado durante la semana, fuera la que a los cinco minutos Löic suplicaba con los brazos abortar, inconcebible. Luego la roja, ¿de verdad se trabaja con cada jugador con lo que debe o no debe hacer?, ¿son tan anárquicos ciertos jugadores para descentrarse de tal manera en los partidos? Me encantaría saber que puede estar ocurriendo ahí dentro para que el equipo esté teniendo tanto lastre con los infortunios y errores infames.
Por otro lado, me da la sensación que no conoce a sus jugadores, en esos últimos minutos del sábado se necesitaba garra, forma, ganas y piernas. Todo lo contrario a lo que hoy por hoy tiene Trigueros, que había que ver la intensidad de su calentamiento en la banda y Borja Bastón, un jugador que han traído después de dos rescisiones de contrato en cuestión de un año, huele raro..
Quieres tener a todos los jugadores enchufados pero defenestras al ‘9’ que defiende casi mejor que ataca y que otra cosa no, pero mordiendo en presión hace un buen trabajo y era ideal para los minutos finales. Mientras en el córner del 2-1 pones a defender el primer palo a un jugador que no hizo ni el ademán de saltar… Y para más inri, no hay nadie que sepa calmar los ánimos y controlar a la gente, para que después del traumático pitido final, no se expusieran a más problemas ante el colegiado. Un estamento arbitral que está más que claro que últimamente no les tiembla la mano a la hora de no contenerse contra los intereses de nuestro club. Todo eso, SE TRABAJA, sí.
En fin, no se puede poner toda la responsabilidad en un foco pero hay MUCHAS decisiones que no son entendibles, ni a toro pasado ni en el momento.
Debemos hacer todos un ejercicio de reflexión y autocrítica. Empezando por los jugadores, siguiendo por el cuerpo técnico, a continuación la afición (sí, la afición, porque o nos quitamos ese complejo generalizado de superioridad que nos hace estar aletargados en la grada o poco bien le vamos a poder hacer al equipo para sacar puntos en casa) y por último a los del palco. Porque no podía acabar de otra forma que hablando de los del palco.
Y es que si este artículo habla de errores que se superponen sobre las virtudes, no puedo más que hacer un desesperado llamamiento a la directiva para que SUBSANE lo antes posible el INSENSATO, INAUDITO y DESCABELLADO error de no guardar un minuto de silencio al comienzo del pasado Granada Vs Zaragoza en honor a una PERSONA de CLUB como ha sido Don Manuel Linares Navarro. Desde aquí, mi más sentido pésame a toda su familia y allegados.
Porque tener algunos errores en el verde que hagan que mi hija se vaya a casa sin una sonrisa y con cara de póker se olvida en unas horas pero no tener el mínimo detalle de un club señorial, dura eternamente.