De lo de antes y de lo de ahora
OPINIÓN GP | FRANCISCO GONZÁLEZ GARCÍA | DESDE EL FONDO DE LA CÁRCEL
En los últimos meses se han producido varias incidencias en diferentes campos de fútbol que han provocado la suspensión temporal del partido o el retraso en su inicio; en concreto en el Valencia-Cádiz de esta última jornada el partido comenzó con 11 minutos de retraso por el problema al que aludo. Es, lo habrán identificado, el suceso de que algún espectador sufre un problema de salud grave y los equipos médicos de los equipos van en su ayuda y atención.
En los medios de comunicación radiofónica incluso hacen un seguimiento de si el aficionado afectado se recupera o no, e incluso se informa de su estado a lo largo del partido, tal como si fuera un incidente deportivo del que informar. No tengo yo reparo en ello, pero no deja de sorprenderme que estos hechos sean tan noticiosos, ahora. Quizás sea porque en lo deportivo el espectáculo cada vez es menos atractivo.
Y lo es porque los que deben dar el espectáculo con el balón cada vez se dedican más, no a jugar, sino a realizar todo tipo de teatralidades y fingimientos. Resulta poco comprensible que con la presencia de decenas de cámaras los jugadores de élite, digamos la primera y la segunda división, se dediquen a gesticular y exagerar de forma continua y excesiva cualquier falta, roce o lance en las jugadas.
Pensaba que con el VAR y las televisiones retransmitiendo una y otra repetición el juego sería más rápido y menos ficticio. Pues es lo contrario y no parece que se tomen medidas para evitar lo que estamos cansados de ver partido tras partido.
Cada falta se convierte en un alarido y en revolcones de ficción, para que el árbitro muestre tarjetas. Cada saque de banda es un avanzar de cinco a diez metros desde el lugar en que se debería sacar, cada saque de puerta del portero es un atrás y delante y gesticular para perder tiempo si el marcador nos favorece, cada falta es una protesta por amarilla, en cada salto entre dos parece que los codos son arietes de destrucción o cualquier cosa para fingir agresión. Y con ello el juego se interrumpe una y otra vez y en realidad ¿Qué se juega?
Y qué decir de los cambios y el ritmo con que los jugadores abandonan el campo, cansino, andando, dando abrazos al árbitro, etc. Todo claro si el marcador es favorable. En lo contrario el jugador busca la salida más directa y rápida. Y así tantas triquiñuelas que en verdad por mucho que digamos que el futbol es así, cada vez son más insoportables por reiteración. Y su efecto entre los jóvenes, imagino que crean escuela. Si lo hace un tipo que gana lo que gana, que ganan lo que ganan ¿no lo haré yo?
En otros tiempos, en ocasiones se oía por la megafonía del campo aquello de “Menganito persónese con urgencia en la puerta siete”… y había un runrún en el campo. Algo grave le comunicarían al menganito. Eso ya no se oye, para eso están los móviles, claro.
Eran los tiempos en que un minuto de silencio era un minuto de silencio y sin musiquita de fondo, ahora es con música y treinta segundos como mucho. Hay prisa para empezar con el teatro.